29 septiembre, 2010

Berlin Festival 2010

5 y 6 agosto 2010

Cruzando ciudades con conciertos, salió la buena oportunidad de juntar la famosa Berlín con Fever Ray, Fatboy Slim y Tricky. No lo pensé mucho, y le di click al botón de “book ticket”.

Fui solo, por lo tanto habría que ir a la aventura de conocer gente nueva en el hostel, en la calle, o bien en el concierto.  Y no sería difícil pues esta capital enorme y rica, contiene gente que es en general cordial y que habla al menos un poco de inglés, además me había alojado cerca del lugar del espectáculo por lo que los huéspedes éramos en su mayoría visitantes ocasionales llamados por el festival.  Me gustó Berlín, hay mucho que se puede hacer, variedad y comodidades, y si se hace el recorrido sobre bicicleta se disfruta aún más, pues esta ciudad esta completamente adecuada para su tránsito. Los teutones en cada esquina de su ciudad principal demuestran que se recompusieron de sus cenizas tan rápido como cayeron en ellas.

En un punto de mi visita, tocó el turno de enrumbar al festival, realizado en el viejo aeropuerto de Tempeholf, el que según una guía turística de dudosa credibilidad, es usado actualmente para “fiestas techno”. La impecable red de trenes S-Bahn, a veces viejos, a veces nuevos pero que ruedan al fin, me condujeron hasta ahí, pero como no estaba con mucho tiempo en la ciudad, y no me había familiarizado lo  suficiente, me perdí un poco. Luego de llegar al fin y dar un par de vueltas buscando la entrada, me di cuenta que LCD Soundtystem ya estaba sonando. Probablemente acababa de iniciar el show y yo debía apurarme. Lo hice, hasta que llegué finalmente a la entrada del recinto, sólo para encontrarme con una enorme cola de personas esperando entrar. Eso resultó como un balde de agua fría que terminó con mis posibilidades de ver a James Murphy con la calma que no tuve en el Rock en Seine. Peor aún, quizá ni lo vería en absoluto. Lo que era claro era que nuevamente llegaba tarde un show.

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Entré y el show llegaba al final, me lo tomé con calma, decidí caminar un poco, ver la situación, ir por una cerveza y acomodarme bien para ver a Editors, de quienes no soy devoto pero han hecho música que es perfectamente llamativa para vivir en directo.

Su show estuvo bien, la banda tocando sus canciones conocidas, prácticamente una tras otra. Es decir, un concierto sin complicaciones, dándole a la gente lo que quiere oir. Yo de ellos sólo he escuchado el álbum An End has a Start (recomendado por un vendedor empeñoso de las galerías Brasil cuando aún compraba), de manera que reconocí varias canciones.  La banda cae bien, es cumplidora, su batería golpea muy bien y la gente estuvo agradecida con todo eso. Fue un show decente, a la altura de una banda que no aporta nada nuevo, pero que se deja escuchar.

Me marché antes de tiempo. En el Hangar del aeropuerto se empezaba a acomodar la juventud alemana de ropas y cabellos coloridos, manadas muy parecidas a las parisinas, pero con unos centímetros más hacia arriba, listos y ansiosos todos de ver a Fever Ray (Karin para los amigos) desarrollando “on-stage” su papel particular que todos conocemos. Yo debía estar ahí, en buena posición, quizá y así le podía ver el rostro a esta tipa misteriosa que me gusta tanto.

No me equivoqué cuando supuse que eso estaría lleno, lo estaba y habría que deslizarse entre la gente con cierta frescura para encontrar un buen sitio. El hangar en su calidad de local cerrado funcionaba a la perfección para la presentación de la sueca: oscuro, cerrado e íntimo. Cosas que no se suelen encontrar en un festival. Cuando luego de un largo intro de burbujeos y rebotes sonoros, a la hora pactada (puntualidad europea imbatible) inició If I had a heart, unas 4 mil personas dentro del recinto estaban completamente al tanto de lo que haría esta mujer y su conjunto de seres raros que tenían el trabajo de músicos.

Karin mantuvo un movimiento pendular leve y gracioso durante todo el show. Con una máscara enorme que jamás se quitó de encima me mostró una imagen de mujer que nunca había visto en escena. Como un duende grande cantando que tenía una voz muy particular nos dejó a todos con la impresión de que algún momento se quitaría todo aquel disfraz y mostraría la humanidad como nuestros cerebros están acostumbrados. Nunca sucedió.

La banda también era rara. Tipos que se movían cual engendros de historias medievales. Todos calvos y con cráneos en punta, sostenían todo el aparato Fever Ray sonora y visualmente. Por último, un grupo de lámparas tenues que alumbraban a la banda por detrás, lásers y mucho humo que nunca dejo verles los rostros, terminaron por redondear este escenario casi macabro tan novedoso para muchos de nosotros.

Fue un buen concierto por ello, por la congruencia. Por esa propuesta visual, tan acorde con la imagen que siempre proyectó Karim desde los tiempo de The Knife. El público estaba con todos los sentidos en el show, no hablaba, sólo escuchaba y movía el cuerpo hipnotizado por esos sonidos e imágenes frías, por esa expectativa de que algo podía suceder de pronto, por los amagos de baile que los integrantes emprendían alternadamente en todo momento

, Yo estaba satisfecho con aquello, después de todo, el setlist enterito perteneció al único y genial disco debut de la banda y todo se prestaba para su completa absorción en vivo. En un momento me sentí en medio de un ambiente que mi mente comprendía bien. Entendía cómo sonidos que en otros lados pasarían completamente desapercibidos, o incluso asustarían un poco. Aquí, en este ambiente (donde alguna vez se procreó algo llamado Krautrock) encontraban un eco en la obscuridad e individualidad. 



Ello terminó poco más de la medianoche. Había que esperar unas 3 horas para ver a Fatboy Slim en el mismo escenario. Pronto encontré un buen sitio para hacer hora en otro rincón del festival. La fiesta silente. Aquella en donde al pasar tu observas a los bailantes con audífonos puestos y tu te ríes de ellos, pero cuando te los pones te pones a bailar tanto o más que ellos. 

Luego de bailar, joder con la gente ebria, y pasarla bien casi 2 horas con esos Senheisser puestos, vi con incredulidad en una pantalla un anuncio que decía que el show de Fatboy era cancelado porque el hangar estaba fuera de servicio, “sorry for inconveniences”.  Al dirigirme al hangar, lo único que vi con pena era que la gente, molesta, lanzaba de todo al escenario. Una conversación con el sonidista fue terminante, no habría ese concierto. Así que habría que irse a casa.

Se supone que esto fue un tema de seguridad. Se calculó mal la capacidad del festival, el hangar era cerrado, Fatboy era Fatboy, el loveparade pasado, etc, etc. Lo único que pienso es que todo eso bien pudo evitarse si hubieran puesto a un artista tan importante en un escenario abierto, como lo era el escenario principal del festival (donde tocaron Editors). Algo no cuajó bien pero no había nada que se podría hacer.

Al día siguiente, en ese mismo fallido hangar saltó Tricky a escena y nos hizo un concierto ascendente. Tanto que al comienzo la gente se empezó a retirar. Por lo que no me quedó claro si es que o bien empezó mal, o bien no tenía muchos seguidores. El ex Massive Attack, torso desnudo, calvo pero con mechón colgante, mirada maliciosa y un poco retorcida, hacía lo que le daba la gana en escena. Tampoco era un experto en ser agradable, gracioso o llamativo, era en realidad un ser enajenado y extrañísimo, tanto como lo había sido Karin un día atrás en ese mismo espacio.

Lo acompañaba la linda morena Martina Topley, vestida como para ir al instituto pero guapa al fin. Juntos tocaron en poco mas de una hora, canciones que muestran que hacen música a veces algo difícil de oír en disco, pero que en vivo si que son un disfrute. La energía del dúo, su imagen entre agresiva y tímida, y su estilo que baila entre el metal, hip hop y down tempo, son otro acto que necesariamente había que apreciar en este festival. Todo terminó con un par de canciones que nunca había escuchado pero que sonaron tan fenomenales como escuchar cualquier parte de aquel pedazo de sensualidad hecha disco llamada Maxinquaye.  Bien aquello.

Además de este par de buenos shows comentados, y salvo la gran falla de Fatboy Slim, el festival tuvo cosas a resaltar: los souveniers alternativos, la comida y variedad de tragos, las fiestas pequeñas, la decoración general bastante trabajada y los sitios de descanso que aparecían regados a lo largo del aeropuerto y que nos se limitaban a ser solamente bancos o sillas. Todas ellas buenas ideas para otros desarrolladores de festivales. Esperemos.


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22 septiembre, 2010

Rock en Seine 2010 – París

27, 28 & 29 Agosto 2010


Esta vez el festival era en una ciudad famosa que hay que tomar tiempo para descubrir, París. Y sin embargo en esta oportunidad nuestro tiempo no nos daba para hacer aquello. Pues los 3 días que estaría en la ciudad de la luz los tendría que dedicar prácticamente al festival. De cualquier forma, el mismo lo valía.



Fuimos con la Bea por esa aventura musical, llegamos el jueves en la noche, y el viernes, después de tomar un rico desayunito, con conversa masticada con el mozo incluida, nos fuimos en busca de un poco del aire e imágenes de la ciudad, en un plan de visita relámpago; es decir: una foto aquí, otra ahí, tomar el metro y de inmediato al siguiente punto. No es la mejor forma, pero no quedaba otra. A las 2pm ya estábamos saboreando un riquísimo pescadito en un restaurant de lo más normalito. Luego comprendería que los franceses cocinan magnífico. El pescado no es “maligno” como en Perú, pero es exquisito en otro estilo, más suave y menos condimentado.

Luego de ello, partimos rumbo al lugar del concierto. Calculamos mal, pues entre el metro, la caminata buscando la entrada, la cola de ingreso, la pulsera y la cerveza inicial, llegamos al primer show: nada menos que los Band of Horses iniciarían la experiencia. Lamentablemente ya estaban sonando cuando al fin nos colocamos, y tampoco estaban sonando demasiado bien. Eran las 4 de la tarde y la cosa recién empezaba a coger ambiente, pero muy de a pocos. Tarareando un par de canciones y lanzando uno que otro comentario sobre la banda y el ambiente lo empezamos a disfrutar cuando de pronto Ben Bridwell dice “thank you so much guys, see you soon”. Habíamos presenciado 5 canciones y se largaron sin más. Digo, en total debieron haber tocado unas 8 o 9 como máximo, y nosotros básicamente nos perdimos medio concierto. Ese fue un mal inicio, si hubiera sido una banda menor hubiera podido aguantarlo bien, pero era BOH!.

Me quedó esa pequeña mala sensación de haber visto a una de mis bandas preferidas y más esperadas dar un concierto bastante mediocre y corto. Pienso que la idea de tocar en un festival, de día, y con el sol en la cara, tranquilamente les hinchaba las pelotas y no se dieron ni al 50%.



Skunk Anansie realmente nos pateó el trasero. La Bea a quien le resbala el nu metal, quedó impresionada de la energía de la morenaje. La potencia y efectividad de la “pequeña” banda también nos tomó por grata sorpresa, pues sonaban demoledores. De rato en rato podía apreciar en el rostro de la enérgica vocalista, el rostro de quien esta acojonado, impregnado de esa actitud incansable del artista que lo deja todo en el escenario durante poco más de una hora. Realmente fue un excelente show el de esta banda, que por lo demás, no habrá hecho grandes discos, pero ha dejado buenos singles para la escucha, sobre todo aquellos que son un poquito más íntimos. Ahora si empezaba el festival!



Me fui a ver a Cypress HIll yo sólo, que mi compañera prefirió a los Kooks (a quien hasta ahora nunca he escuchado). Una buena masa humana se congregó a ver a los latinos hacer su buen hip hop que los tiene de caseritos por todo el mundo hace 20 años. Una masa en algunos casos demasiado joven y ajena para tanta onda marihuanera y de barriada que proyectan los tipos estos. Pero que al fin de cuentas disfruta de sus eficaces beats,

samples, percusiones y silencios que han sido siempre bien escogidos por el viejo Dj Muggs. Así como el cantar cortado característico de B-real.

Insane in the brain, wanna get high y demás rolas sonaron hasta el rio Sena de una manera poderosa (y sabrosa), la gente del festival recién aquí empezaba a mover el cuerpo pues se ponía de noche y los ritmos empezaban a calentar las cinturas. Canciones, corillos, bromas, y esas cosas que motivan a la audiencia se hicieron presentes. Estuvo bien este show, y me dio gusto saber a la banda con popularidad aún vigente, al menos en vivo. Al final de todo, luego de que las francesas muevan un buen rato el rabo, el mensaje de “do you wanna hit from the bong” debió quedar dando vueltas sobre mucha de aquella juventud.



Luego se hizo la noche. Reunidos nuevamente, comiendo y bebiendo, elegimos (o mejor dicho, elegí) a los Black Rebel Motorcicle Club quienes dieron un show de lo más plano que te puede sugerir su música. O sea, un disco como el homónimo esta compuesto por unas 6 canciones memorables, pero el resto tranquilamente son olvidables (algo así como lo que pasa con la mayoria de discos de Sonic Youth). Entonces, ver un show de ese tipo de canciones, con músicos que no hacen mucho en escena y con muchos contraluces que no les dejan ver los rostros, es tranquilamente aburrido para la mayoría. Sin embargo pienso que fue un buen show, al final de cuentas el espíritu de la banda como se la conoce estuvo arriba, y no había que esperar más que aquello. ¿Recuerdas el show de Jesus and Mary Chain en Lima?, pues fue similar. Aunque con un juego de luces y sonido bastante superiores.

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Pero andábamos ya un poco cansados, teníamos unas 6 horas de festival, aparte de la caminata matutina, y decidimos por ello pasar del concierto de los Blink 182, para agarrar buen sitio para un concierto que estábamos esperando mucho: Underworld.

Sobre este maravilloso show, el mejor del viernes para mi gusto, sólo puedo concluir que esta banda electrónica es la que más conoce sobre el escenario. Juntar esas canciones de tan buen sonar (porque Underworld siempre ha sonado así) con los excelentes efectos visuales que acompañan todo los momentos de la banda es justo, justo, lo que este tipo de música necesita. Ni siquiera Orbital logra tal equilibrio. Para mí ha sido el mejor show electrónico que he visto.

Es un buen punto para mencionar el tremendísimo sonido que estuvo armado en este impecable festival, con esos arrays colgantes bien equilibrados y esos moustrosos bajos delante de todos, esos beats fueron machacantes… y yo si pudiera seguiría a estos pa’ donde vayan.



Este dúo de canciones que se viene es mortal!



Nos fuimos cansados pero aún bailando…

Volvimos al día siguiente, sábado, pero esta vez decidimos ir más tarde, pues, había que conocer París joder!

Pero pasamos de Stereophonics, pues la banda esta bien pero, lo dicho, queríamos tener más tiempo.

Jonsi fue elegido por ella y lo fuimos a ver. El tío fuera de Sigur Ros básicamente hace cosas similares. Esta vez tuvo problemas con los visuales y sintetizadores y tuvo que hacer un show prácticamente acústico que tampoco es que lo desmereciera mucho, pues pudo capturar la atención de las 5000 personas que también eligieron verlo. Estuvo bien, pero había que irse rápido pues los Queens Of the Stone Age tocaban al lado y ahí sí que iba a ir mucha gente. Lamentablemente no nos equivocamos y cuando llegamos 20 minutos antes, ya estaba prácticamente copado. Pero desde donde estuvimos, sin verlos mucho salvo por las pantallas laterales lo disfrutamos igual.

La banda, aparte de ser implacable arriba, tiene canciones que gustan hasta a quien no le gusta. Los Queens tienen el equilibrio adecuado para sonar convincentes tanto en tu casa, como en un gran concierto. Insano fue aquello.

Simplemente mira este video. (esto se baila eh)



A LCD Soundsystem ibamos necesariamente a llegar tarde, no había otra, además de ello debíamos salir temprano para lo que seguía. Entonces sólo pude verlos tocar unas 4 canciones de lo más simpáticas pero al mismo tiempo demasiado sencillas para una presentación en vivo de una banda tan importante como esta. No puedo entender como James Murphy no se interesa más en presentar un juego de visuales algo más llamativo (en Berlín pasaría lo mismo 2 semanas después), pues de hacerlo, considerando la vitalidad de sus canciones, su show tendría que ser de aquellos que te quedan en la cabeza por un largo tiempo.


Lo siguiente y último de la jornada era nada menos que una de mis bandas favoritas de siempre: Massive Attack. Estábamos cansados pero nos aseguramos de ir adelante entre la muchedumbre que se había aglomerado desde buen rato atrás. Hay que decir que este festival jaló muchísima gente y costó realmente el tener buenas ubicaciones. Lo conseguimos para este show, pero nos costó casi una hora de espera (y perdernos casi toda la segunda parte de LCD).

Y finalmente, luego de esperas impacientes de la gran fanaticada reunida y bulliciosa, el colectivo inglés se hace presente, Robert, Daddy G, Horace Andy y Martina Topley salen a escena (en realidad de forma gradual) y hacen una intro de bajos salvajes que tendría que haber dejado sordos a los vips que estaban al lado de las torres graves. Impresionante. Luego vendría un show más bien irregular, y digo esto pues la banda presentó canciones que no terminaron de sonar bien como Teardrop o Rising Song (hablando ya a el nivel de una banda perfeccionista en sonido como lo es MA). Salvo eso sí, algunas excepciones notables como Safe from Harm y Angel que tuvieron finales espectaculares.

También hay que decirlo, el setlist no fue de lo mejor (¿será porque era París?). Pero de todas maneras, la banda hizo lo suyo, la noche se prestó bien, la gente los adoraba y estuvo bien al final. Sólo que siempre te queda la sensación de que te podías morir de felicidad ahí mismo si se hubieran dado todos los elementos.



El domingo llegaríamos entusiastas para cerrar el festival. Luego de haber conocido un poco más la gran ciudad a nuestro estilo y ahora si pudiendo ingresar la cámara de fotos encaletada por ahí. Ahora sí, temprano, sin colas, y más cancheros nosotros (y el festival mismo) estábamos listos para decir adiós París.

El turno era de Eels. La banda del atormentado Mr E. A ambos nos gustaba su sonido, siempre ingenioso y talentoso al momento de entregar discos que al final parecen hablar de lo mismo. Estábamos muy cerca del escenario, pero igual estaba bastante llena la cosa. Al salir la banda, tenía un look entre ZZtop y cantante jamaiquino. Eran una cosa de locos aquellas barbas. Pero al final de cuentas, todo era parte del show. Luego la música sonaría bien, haciendo alarde la banda de un abanico de estilos que técnicamente dominaban y que ahora preferentemente tendían hacia el sonido de carreteras estadounidense típico. Músicos diestros y experimentados hacían buena música arriba pero otra vez no nos quedamos tan satisfechos del setlist. Además de que algunas versiones eran canciones completamente diferentes a la original. Beautiful freak cambió de ser una canción tierna, a ser una canción que tranquilamente pasaría desapercibida en un disco menor. Otra vez me quedó la sensación de que esas cosas deben pasar a menudo en ciudades tan a la vanguardia artística como París. La banda que siempre me sonó a noventas, se escuchó a dos miles ahora. De todas maneras, la combinación de recien llegados, energías nuevas, banda diestra y cervezas en mano, nos hizo disfrutar en cierto grado el concierto. En especial y mucho de esta canción That look you give that guy … hermosita


Uno de los platos fuertes era sin duda, Beirut. Con la experiencia necesaria nos fuimos para adelante entrando como alfiles por entre la muchedumbre como se pudo, hasta alcanzar una posición aceptable. Eso estaba lleno, mucho de chicas que veían en Zach Condon una especie de ídolo juvenil indie y con talento, del cual podían enamorarse con relativa comodidad tanto por su imagen límpida como por su voz conmovedora.

La cosa planteada así, estaba para que la banda saliera y arrasara con las 15 mil personas al frente. Cosa que por supuesto sucedió. Y digo por supuesto porque las canciones del Gulag Orkestar (tocadas en su mayoría) combinadas con una buena audiencia, un cantante carismático y un notable sonido no tiene otra opción que meterse al público en el bolsillo desde la primera canción.

Lo disfrutamos, y fuimos testigos de cómo un norteamericano escoltado por una banda noble, le daba a los europeos una hora y media de un poco de su música tradicional y conseguía que la amaran quizá más de lo que lo harían si Beirut no existiera. Notable Beirut, notable.



Ting Tings
tendría algo que sería fijo: un setlist conocido. Con sólo un disco en su haber (pero vaya disco) y con uno nuevo recién saliendo del horno, ese concierto iba a ser pop del mejor, con la única opción posible de disfrutarlo. No conté con que Katie White tenía menos carisma y dominio del escenario del que parecería cuando escuchas el álbum. Y es que algo fallaba con los TT en vivo. Cuando escuchas su sonido en el disco, tu mente se hace la idea de que en vivo son vitales, hacen buenos visuales, incitan al publico a la diversión, payasadas y cosas así, es pop, sabes a lo que me refiero. De todo ello sin embargo, solamente lo primero se dio. Luego su show pasó a ser una sucesión de temas tocados con una contundencia más bien irregular pues a veces sonaban muy ricos y otras veces se les escuchaba sin cadencia. Hay que considerar que al ser sólo 2 integrantes, siempre con instrumentos en mano, más unos sonidos de soporte, la carga de responsabilidad de manejar a la audiencia pop, manteniendo un sonido potente y continuo, resulta bastante pesada, y de hecho siempre fue manejable sólo por esos que han nacido para estar ahí arriba (más una buena y nutrida banda de soporte). ¿Debe ser complicado no?


Al final, dando una opinión de fan egoísta y ignorante diré que fue un concierto regular nomás.



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Saltamos con pena de Roxy Music porque lo que vendría con Arcade Fire tendría que ser: tres cuartas partes de festival en ese escenario.

Medio estresados por el tiempo, nos dirigimos, Heineken en mano y vejiga vaciada, a colocarnos una hora antes del inicio de ese show. Ya habrían unas 2 mil personas, la mayoría pegada adelante en grupos sentados. Supimos que los veríamos al menos desde unos 25 metros y con eso cerraríamos el festival sin estar en ningún concierto en primera fila, sencillamente era imposible.


Debo decir que Arcade Fire me tapó la boca y con triz encima. Los 10 músicos en escena hicieron sin duda alguna, el mejor concierto del festival. La gente no los podía amar más, y ellos no podían sonar más genial. Simplemente al salir, ni siquiera me dieron tiempo de decir “y bien nenes, muestren lo que tienen”. Que reventaron todo con una canción nueva que sonó notable Ready to start.

Sólo con ese inicio me dije “mierrrda” !

Y luego, y sin bajar un pelo miserable, le siguieron canciones de los 3 discos, la gente andaba loca, y la banda sonaba tan bien que cualquier canción era para enamorarse ahí mismo. Encima se rotaban entre ellos, tenían energía, verlos bailar motivaba y el sonido golpeaba como dios manda. Todo fue casi perfecto. Lo único que le dije a Bea fue “me equivoqué, son los mejores”.


Y luego empezó la lluvia, y con ella la banda siguió tocando, hasta que no pudieron más, se fueron a esperar que amaine, y como ello no sucedía y ante los coros de la audiencia excitada llamándolos espontáneamente con el himno Wake Up, ellos salieron disminuidos, todos nos quitamos las chabusqueras y paraguas y como pudieron tocaron esa canción. Todo fue espantosamente brutal, aunque estaba claro que luego de ello se irían de inmediato (por puras indicaciones técnicas). Ello inexorablemente sucedió y la gente igual se fue contenta. Nos fuimos contentos (y roncos) habiendo escuchado unas 10 canciones intachables todas ellas y de ejecutar maestro. Que grandes estos canadienses, que grandes.



Conclusiones finales: un festival impecable, puntual (jodidamente puntual), sonido profesional a la altura, muchas opciones de diversión aparte de la música (souveniers, arte, pequeños escenarios, etc), comida variada (sushi y vino blanco incluidos) y claro esta: un line up impresionante sólo superado a mi parecer por el del Primavera Sound Festival de Barcelona (el Glastonbury no cuenta por estar en esa mierda de región llamada UK). Misión cumplida.

Dicen que Paris no defrauda, aunque nosotros lo hicimos de una forma alternativa, pues puedo constatar que es la pura verdad.

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