Alguien que Sobrevivió al paso del Tiempo (Demos Gracias al Señor)

Santana es sinónimo de Carlos Santana, verdadera leyenda viva del rock. Tal vez tuvo mucha suerte de no fallecer en esos años locos y desenfrenados de los setentas, recordemos que cuando el Club de los 27 se llevó a sus más ilustres hijos (Joplin, Morrison y Hendrix), Santana dijo que se estaba quedando solo.

Empezó bastante joven en la música, pero el cambio ocurrió a los 8 años: dejó el violín para adoptar la guitarra. Practicamente desde niño tuvo un talento excepcional para este instrumento con el que ha conseguido ser una leyenda viva del rock, inscribir su nombre en el Salón de la Fama del Rock & Roll y ubicarse como uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos.

Hoy Santana tiene el enorme mérito que poseen muy pocos artistas: es idolatrado por padres y también por hijos (quizá hasta por los nietos de los primeros). Es curioso encontrar que la admiración por él se transmita de generación en generación entre sus fans. Recuerdo la última vez que entré a una tienda de discos en un conocido centro comercial de la capital y ver que un niño con felicidad en los ojos le decía a su padre: "¡Papá, encontré el disco de Santana!". Me hizo pensar mucho cuánto ha influido este notable guitarrista en el mundo de habla hispana, a pesar que la gran mayoría de sus canciones no poseen letras, estribillos o coros con los que se las pueda recordar.

La imagen del niño y su padre me trajo de regreso al colegio. Era Julio de 1995 y Santana llegaba al Perú para ofrecer un concierto que se hizo esperar más de 20 años (Como recordarán, el mejicano fue expulsado del Perú por el gobierno revolucionario de Velasco, por razones que en otro momento comentaré. Sin duda, la época más triste del rock en el Perú). Muchos fans esperaban el concierto con entrada en mano y con la nostalgia de ver al ídolo que no pudieron ver cuando jóvenes (algunos incluso con la entrada que compraron cuando iba a tocar en San Marcos). Pero lo que esos muchachones de 40 o 50 años no imaginaban era que el fanatismo había traspasado el tiempo y que Santana era una especie de sobreviviente, un dinosaurio del rock para sus hijos adolescentes. La imagen la recuerdo claramente: escolares rogando y llorando a sus padres para ir al concierto juntos. Hasta se puede decir que Santana es culpable de unir a nuestras familias gracias a su música.

Los más jóvenes asocian a Santana con Maná y Rob Thomas, para el que fue su éxito de ventas más notorio: Supernatural. Pero como sabemos, Santana tuvo una épica, legendaria actuación en Woodstock (1969) con el que se hizo famosísimo. A estos años pertenece el disco con el que escribió su propia leyenda: Santana (1969), el primero de su discografía. El disco es una obra maestra, una clase magistral de rock y blues. El álbum empieza con Waiting y desde primer tema se puede sentir el feeling de la guitarra, las congas y la percusión. Luego viene Evil Ways en donde la guitarra fluye, los que han tocado las 6 cuerdas lo llaman swing. El disco desciende ligeramente con Shades of Time y Savor, para entrar con Jingo y no parar en el trance en que nos deja el disco hasta el final. Persuasion, Treat, You just don´t care confirman esto. El plato fuerte viene con esa demostración cabal de fusión que significa Soul Sacriface, un clásico en toda regla de Santana. Pero como adicional, acá les dejo el disco editado en 1999, en el vienen además 3 bonus tracks, con la performance de Santana en Woodstock. Los temas son Savor, Soul Sacriface y Fried Neckbones. Si alguna vez se han preguntado cual es el artista que suena mejor en vivo, pues Santana pelea bien arriba con Queen, INXS y Led Zeppelin.

Para terminar sólo le quedaría decir a Santana: gracias por tanta buena música (y por supuesto, por unir a nuestras familias en torno a su música).

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